...Muerte, terca y orgullosa...
...Muerte, terca y orgullosa...
...Muerte, terca y orgullosa...
Mi encargo esta vez no duró tanto como esperaba, tal vez dí más tiempo del necesario, pero al final ganaría, siempre he ganado. Llevo 28 años esperando, debo ser agradecida, otras veces hemos esperado 99 años dando ventaja. Me deslizo por la casa esperando que sea la hora, solo está su esposo y su querida hija, él me ve como una sombra nada más, no tardará en verme más claramente. La niña me ha visto como a un chico de su edad, me siento mal por ambos, deben valorar mucho a esa mujer. Esto no lo he decidido yo, este es mi trabajo, jamás me consultaron si deseaba aceptarlo o no. Me divido en muchas y en ninguna entre este mundo, llevando a las almas que cumplen su tiempo de un lado al otro, atravieso las puertas entre este y el otro mundo sin quedarme en ninguno. Ya no se hace cuanto es así, ya no se a cuál de los dos mundos alguna vez llegue a pertenecer no deseo recordarlo, solo algo tengo claro en este mundo, y es que me ha tocado jugar un juego en el que siempre saldré ganando.
Es la una de la mañana, falta una hora. La niña se ha dormido. No me alejo de la habitación, ahora me queda una media hora todavía, el tiempo me da igual, es buen compañero y nunca se atrasa, sabré el momento de actuar, pues siempre lo he sabido. El hombre alza la vista con la pequeña en brazos, el dolor se ve en sus ojos, aquel dolor tan conocido que no deja de parecerme extraño.
-Por favor… déjanos- dice en un susurro.
Él lleva días sin dormir, lo sé, llevo toda la vida de la mujer que reposa en la cama de la habitación esperando, ella se llama Lilian, tiene 28 años, hace 8 años se casó con el hombre que la cuida, su hija nació hace unos cuatro años, su vida no ha tenido mayor percance, fue a un buen colegio, tuvo amistades muy cercanas y conflictos con otras personas. Fue a una excelente universidad consiguió trabajo se enamoró, se casó y tuvo una hija.
-Le he dado una vida de ventaja-digo moviéndome en silencio. Sé que para él soy solo una sombra, lo he visto en sus ojos. No sé cómo me veo realmente, nunca ha habido espejo que me refleje y en todos los ojos me veo diferente.
-Nuestra hija la necesita…-Dice el hombre desesperado pero aun susurrando- yo la necesito- su dolor es palpable, el dolor de alguien que pierde a la persona que ha amado, el dolor de ver su alma partida en dos, conozco ese dolor, nunca lo he sentido pero ya lo he visto tantas veces.
-Lo siento, ya está decidido…- Digo.
El hombre baja la cabeza y llora desconsolado, se acerca la hora…La niña está despierta, pero para ella todo esto es un sueño. Me ve como un niño que se acerca a su madre. Su padre me ve como una sombra. La mujer a la que he vencido de nuevo en este juego abre los ojos, me quedo quieta, analizo la imagen de sus ojos, su mirada es clara me ha visto como una luz en las sombras, pronto tendrá que irse…
-“Así que ya has llegado”- No habla, oigo sus pensamientos, siempre lo hago en estos momentos.
-Soy yo la que te ha esperado- le digo, pero solo ella me oye, su esposo ya no me ve, la niña debe estar dormida…
-¡No te la lleves!-Grita la niña.
La mujer da vuelta, y la ve. Me molesta la escena, no deseo llegar tarde, pero aun tras milenios de servicio todavía no soy capaz de no sentir algo… culpa tal vez, aunque yo no lo haya decidido, soy sinónimo de fin, dolor, sufrimiento y aquellos que se atreven a verme como algo bello nunca logran decírselo al resto, ya están muertos.
La mujer me dedica una mirada, yo asiento, le doy un último respiro, es lo único que le puedo dar. La niña abre los ojos y se da cuenta que su madre le acaricia la mejilla. Su esposo también lo nota, ella al verlo, toma su mano, se oyen las sortijas de matrimonio chocar por última vez, ese tintineo como de cascabeles, ambos derraman una lagrima. La mujer los mira al uno y al otro, la niña aún llora. Miro la escena y me siento como debe sentirse cualquiera en mi papel, fuera de sitio, quiero irme y marcharme dejarlos ser felices, pero sé que no puedo, nadie nunca ha sido capaz de entenderlo. La muerte no eligió ser muerte, no eligió ser lo único sin solución, no yo no lo elegí, ninguna lo eligió, y yo soy todas y ninguna de las que cumplimos esta obligación.
-A los dos los amo, no lo olviden- Dijo con pena la mujer, sus dos manos cayeron y golpearon el borde de la cama. La niña rompe en llanto, el padre la abraza, están solos, la mujer los mira, llora, el llanto de un alma es tal vez lo peor que jamás haya podido escuchar, tan hermoso pero tan triste.
-Vamos…- Le digo.
Ella asiente y me sigue. Nunca ha dejado de ser este el trayecto más silencioso de todos, nadie quiere hablar con la muerte, si fuera humana yo tampoco lo haría, para ellos no tengo excusa, tal vez sea verdad no la tengo.
-¿Cuánto tiempo llevas esperando?- dice la mujer.
Me extraño ante la pregunta, pero tal vez por ser tan joven se atrevía a superar su miedo para llenar su curiosidad.
-28 años…-Digo secamente, llegamos a la puerta, el camino es corto, tal vez lo sea solo para mí.
-Muerte, tan segura estas del triunfo que nos da una vida de ventaja…- dice sonriendo pero aun oigo su llanto, pasamos la puerta, la frase acaba, y acabo yo con mi trabajo, por ahora.
Es la una de la mañana, falta una hora. La niña se ha dormido. No me alejo de la habitación, ahora me queda una media hora todavía, el tiempo me da igual, es buen compañero y nunca se atrasa, sabré el momento de actuar, pues siempre lo he sabido. El hombre alza la vista con la pequeña en brazos, el dolor se ve en sus ojos, aquel dolor tan conocido que no deja de parecerme extraño.
-Por favor… déjanos- dice en un susurro.
Él lleva días sin dormir, lo sé, llevo toda la vida de la mujer que reposa en la cama de la habitación esperando, ella se llama Lilian, tiene 28 años, hace 8 años se casó con el hombre que la cuida, su hija nació hace unos cuatro años, su vida no ha tenido mayor percance, fue a un buen colegio, tuvo amistades muy cercanas y conflictos con otras personas. Fue a una excelente universidad consiguió trabajo se enamoró, se casó y tuvo una hija.
-Le he dado una vida de ventaja-digo moviéndome en silencio. Sé que para él soy solo una sombra, lo he visto en sus ojos. No sé cómo me veo realmente, nunca ha habido espejo que me refleje y en todos los ojos me veo diferente.
-Nuestra hija la necesita…-Dice el hombre desesperado pero aun susurrando- yo la necesito- su dolor es palpable, el dolor de alguien que pierde a la persona que ha amado, el dolor de ver su alma partida en dos, conozco ese dolor, nunca lo he sentido pero ya lo he visto tantas veces.
-Lo siento, ya está decidido…- Digo.
El hombre baja la cabeza y llora desconsolado, se acerca la hora…La niña está despierta, pero para ella todo esto es un sueño. Me ve como un niño que se acerca a su madre. Su padre me ve como una sombra. La mujer a la que he vencido de nuevo en este juego abre los ojos, me quedo quieta, analizo la imagen de sus ojos, su mirada es clara me ha visto como una luz en las sombras, pronto tendrá que irse…
-“Así que ya has llegado”- No habla, oigo sus pensamientos, siempre lo hago en estos momentos.
-Soy yo la que te ha esperado- le digo, pero solo ella me oye, su esposo ya no me ve, la niña debe estar dormida…
-¡No te la lleves!-Grita la niña.
La mujer da vuelta, y la ve. Me molesta la escena, no deseo llegar tarde, pero aun tras milenios de servicio todavía no soy capaz de no sentir algo… culpa tal vez, aunque yo no lo haya decidido, soy sinónimo de fin, dolor, sufrimiento y aquellos que se atreven a verme como algo bello nunca logran decírselo al resto, ya están muertos.
La mujer me dedica una mirada, yo asiento, le doy un último respiro, es lo único que le puedo dar. La niña abre los ojos y se da cuenta que su madre le acaricia la mejilla. Su esposo también lo nota, ella al verlo, toma su mano, se oyen las sortijas de matrimonio chocar por última vez, ese tintineo como de cascabeles, ambos derraman una lagrima. La mujer los mira al uno y al otro, la niña aún llora. Miro la escena y me siento como debe sentirse cualquiera en mi papel, fuera de sitio, quiero irme y marcharme dejarlos ser felices, pero sé que no puedo, nadie nunca ha sido capaz de entenderlo. La muerte no eligió ser muerte, no eligió ser lo único sin solución, no yo no lo elegí, ninguna lo eligió, y yo soy todas y ninguna de las que cumplimos esta obligación.
-A los dos los amo, no lo olviden- Dijo con pena la mujer, sus dos manos cayeron y golpearon el borde de la cama. La niña rompe en llanto, el padre la abraza, están solos, la mujer los mira, llora, el llanto de un alma es tal vez lo peor que jamás haya podido escuchar, tan hermoso pero tan triste.
-Vamos…- Le digo.
Ella asiente y me sigue. Nunca ha dejado de ser este el trayecto más silencioso de todos, nadie quiere hablar con la muerte, si fuera humana yo tampoco lo haría, para ellos no tengo excusa, tal vez sea verdad no la tengo.
-¿Cuánto tiempo llevas esperando?- dice la mujer.
Me extraño ante la pregunta, pero tal vez por ser tan joven se atrevía a superar su miedo para llenar su curiosidad.
-28 años…-Digo secamente, llegamos a la puerta, el camino es corto, tal vez lo sea solo para mí.
-Muerte, tan segura estas del triunfo que nos da una vida de ventaja…- dice sonriendo pero aun oigo su llanto, pasamos la puerta, la frase acaba, y acabo yo con mi trabajo, por ahora.
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